sábado, 29 de octubre de 2011

DOS PETALOS


    Y el pétalo en la ermita dormitaba,
soñando  una caricia tras el viento,
recorrió en un suspiro el firmamento,
y en brazos de una niña se arrullaba.
    Susurrando su amor,  aún palpitaba,
su perfume embriagaba aquel evento,
recorría el altar en el momento,
en que el sol en el cénit se acostaba.
    Su ilusión por La Cinta se esparcía,
y a la Virgen llegaba sin tristeza,
un  abrazo en el aire se escondía,
que la imagen recibe con presteza,
y  al sentirlo en su cuerpo, sonreía,
haciendo aun más hermosa su belleza.

     Yo he soñado en mi ayer constantemente,
y en el hoy, torpemente, me he escondido,
trataba de pasar inadvertido,
viajando por el mundo, indiferente.
    Me he dejado llevar por la corriente,
de aquel rio pasado y  conocido,
que llenaba de amor y colorido,
la vida que viajaba ardientemente.
    Y el rio se hizo mar y se perdía,
y yo estaba al garete navegando,
volando en una nube todavía,
la vela hecha jirones, naufragando,
y pensando que nunca te perdía,
porque siempre te andaba, amor, buscando.

  Y  llegó la esperanza sevillana,
un día en San Martín, de Abril florido,
y  el pétalo llenó de colorido,
aquel dulce rumor de mi fontana.
  Hay quien dice que entró por la ventana,
viajando entre la gente sin un ruido,
nadie supo de aquel desconocido,
que llegaba a la novia esta mañana.
  Tendido en el altar hay un madero,
la cruz de Jesucristo, tan amada,
se está muriendo el mundo, el gran Cordero
está diciendo adiós con su mirada,
y un soldado romano, al retortero,
con su brazo le asesta una lanzada.
    
    Porque aquí en San Martín, hoy se venera,
tradición popular, tan arraigada,
al Cristo singular de la Lanzada,
que en Sevilla es pasión en Primavera.
   Semana Santa que en la puerta espera,
revivir de aquel Cristo su cruzada,
trazando aquella senda inusitada,
que termina en el monte Calavera.
   Sellasteis vuestro amor con alegría,
y el Cristo fue testigo singular,
de todos vuestros sueños, yo diría,
que este Cristo no tiene que elevar,
cual Cristo de la Vega, cierto día,
su diestra mano por poder firmar.

  Cuando dos corazones, dulcemente,
se funden en la hoguera del amor,
y en el cáliz de ardiente resplandor,
refrenan su pasión constantemente,
es que quieren vivir serenamente
esta vida que baila alrededor,
tantas veces locura y corredor,
y otras muchas, canción indiferente.
    Yo   quisiera deciros tantas cosas,
que suenen a verdad, como la vida,
que embriaguen nuestra sed, como las rosas,
que brillen como luz siempre encendida,
que seáis como dos piedras preciosas,
de una mina profunda y conocida.

   Ya no estoy, como ayer, en esta estancia,
soñando atardeceres sin medida,
ya no tengo mi dedo en esta herida,
que sangraba, mi amor, en abundancia.
   Te he encontrado esta tarde en mi ignorancia,
y he sentido tu risa desmedida,
navegar por mi cielo, desprendida,
igual que una paloma en la distancia.
       No te tengo que estar siempre buscando,
te tengo y ya es bastante, vida mía,
por los ojos del mundo estoy mirando,
y te veo tan cerca en este día,
que solo y sin querer estoy llorando,
igual que lloras tú, con alegría.
                          
                                O.Z.M.

lunes, 24 de octubre de 2011

ESPERANZA

            
   Cuando tiembles, callado, entre las flores,
estando tu jardín bien florecido,
cuando estés respirando en el olvido,
tragando el aire de sus sinsabores,
cuando pierdas el tren de los olores,
que recorre tú senda sin un ruido,
cuando pienses que el mundo está dormido,
porque nunca responde  a tus clamores.
    Es que estás despertando nuevamente,
querido corazón en tu  alegría,
llorando de emoción constantemente,
porque hallaste, por fin, un bello día,
y un amor paternal en mi corriente,
flotando de ilusión y fantasía
  
  
   Yo estaba en mi hipotermia  pasajera
durmiendo en el invierno de mi vida,
igual que el oso pardo en su guarida,
regulando mi sueño en la nevera.
  Y de pronto llegó la primavera,
como una luz de amor desconocida,
como una sensación de amanecida,
y así me desperté en la madriguera.
  Colgaba en el balcón mis ilusiones,
porque fueran volando de contento,
y llenaba de arpegios mis canciones,
y también de color mi sentimiento,
de locura de amor mis oraciones,
que viajaban silentes en  el viento.

   
   Tantos años durmiendo la esperanza,
tendida en el sofá donde se hospeda      
el  lento caminar que a mí me queda,
llorando en el rincón de mi añoranza.
   Que llegue pronto al alma, sin tardanza,
que sueñe, como ayer, en mi arboleda,
que se escuche su voz en la alameda,
y descanse feliz en mi confianza.
    Porque hoy quiero buscarla en mi mañana,
sabiendo que es de ayer su fantasía,
yo no quiero tener otra ventana,
cerrada en el jardín de mi alegría,
donde ayer aún sonaba mi fontana,
y el jazmín de mi hogar aún florecía.
  

   Los que ya no podemos, ni siquiera,
soñar con el ayer prudentemente,
los que ya no tenemos ni presente,
y el hoy se nos antoja que es quimera.
    Los que hablamos de amor por vez primera,
tendidos en un sueño permanente,
los que fuimos ayer un accidente,
solo somos hoy humo en esta hoguera.
   Que despierte la rosa de este cuento,
y el arroyo se vuelva golondrina,
que el pétalo se arrulle con el viento,
y resbale en el agua cristalina,
llevando su emoción y sentimiento,
más allá de la luz que le ilumina.

     
     Yo no quiero sembrar melancolía,
 sobre la tierra del ayer dormido,
  solo quiero tener mi bien querido
 entre los brazos de mi fantasía.
      Que despierte mi sueño en este día,
que se quede en el alma acurrucado,
que se apriete en mi pecho alborozado,
 porque está sollozando de alegría.
       Que el dulce porvenir, aún por llegar,
se lleve a la esperanza de la mano,
y vuelen por el cielo sin parar,
 descansando en un mundo más humano,
que a veces no por mucho madrugar.
 amanece en la vida más temprano.


     Que vuele por los aires su fragancia,
que brille con el sol su colorido,
que se quede la luz en su vestido
y nos llene de amor y de elegancia.
   Que abrace de verdad nuestra ignorancia,
que sonría al ayer,  tal vez perdido,
que se siente en el hoy desconocido,
pues vive nuestro amor en la distancia.
   Un abrazo de madre he de ofrecerte,
con todo mi cariño, hoy, hija mía,
que te sientas feliz en esta suerte,
que sepas que yo vivo en tú alegría,
y que estás junto a mí, para quererte,
sobre todo, mi amor, en este día.


                           O.Z.M.

lunes, 17 de octubre de 2011

SOLEDAD

  No te vayas, mi amor, por la vereda
donde nunca amanece la alegría,
donde siempre es de noche, siendo día,
donde todo es desierto y no arboleda.
   Quédate junto a mí, porque suceda
que siga igual que ayer, mi fantasía,
que te siga queriendo todavía,
que mi amor en tu vida se me queda.
   Que he aprendido, ya en esta eternidad,
que no he de estar llorando, torpemente,
al pie de esta callada realidad,
que tengo que vivir constantemente,
muy lejos de esta triste soledad,
siquiera por tenerte alegremente.


     Yo soy un solitario soñador                 
perdido en la distancia del pasado,
a cuestas con tu amor en mi costado,
tratando de encontrar un corredor,
donde pueda dormir todo mi amor
sin estar de aquel tuyo separado,
porque así, sin querer, habré encontrado,
la paz que estoy buscando en mi interior.
   Que yo no quiero soledad callada,
mascullando en mi pobre corazón,
llamando sin cesar en mi morada,
cubierta con un velo de ilusión,
yo no quiero saltar la encrucijada,
ni volver a tener otra pasión.


    Me he bebido ya el cáliz rebosante,
de todo aquel dolor que en él había,
y he tragado también, día tras día,
el llanto acumulado y palpitante.
    Yo no quiero tener a cada instante,
la sed que antaño, sin querer tenía,
no quisiera olvidarte, vida mía,
ni tampoco dejar de ser tu amante.
   Yo quisiera, mi amor, haber bebido
todo aquello que ya no puedo darte,
montañas de ilusiones sin sentido,
toneladas de amor en cualquier parte,
silencio misterioso e incomprendido,
y el dolor solitario al recordarte.

                      

  Lejos te quiero soledad ardiente,
más allá del dolor que me has dejado,
quiero ser libre y no estar a tu lado,
y volar por el cielo alegremente.
   Yo no quiero vivir constantemente,
soñando en tu regazo, recostado,
de tu mano jamás me habré curado,
porque siempre estaré convaleciente.
    Déjame despertar la fantasía,
y soñar respirando en la grandeza,
déjame que me pierda todavía,
por el bosque preñado de belleza,
donde siempre descansa la alegría,
y  jamás el dolor y  la tristeza.


   No vuelvas a llamar en mi ventana,
con los nudillos de tu ayer ardiente,
porque ya no estarás en mi presente,
que el ayer de tu vida, no es mañana.
   Deja en paz mi dolor, que tengo gana
de abrir mi corazón a esta corriente,
que fluye de mi amor constantemente,
aunque esté de su vida tan lejana.
   Déjame en este sueño incomprendido,
que mi amor va trazando día a día,
alegre y libre, pero no escondido,
ardiente como el sol del mediodía,
cantando como el pájaro en su nido,
que siempre está llamando a la alegría.


   Así me quiero ver, sin tu mirada
colgada de mi amor, como una espina,
que no será un rosal, ni golondrina
ni siquiera un jardín de madrugada.
   Porque tú, soledad, llegas callada
como una maldición, y  repentina,
me dejas el dolor en cada esquina,
y el llanto en mi pasión alborozada.
   No vuelvas a llamarme, soledad,
ni vengas de mi ayer en compañía,
déjame respirar serenidad,
volando sin cesar mi fantasía,
más allá de la triste realidad,
que abraza mi dolor con alegría.


                     O.Z.M

jueves, 13 de octubre de 2011

LLEGA EL OCASO

                      
                             Clemencia                                                                               

   Que el tiempo, mi Señor, no es fundamento
para amarte o no amarte, simplemente,
es tan solo un camino, un accidente,
y si quieres, tal vez, es un intento,
de querer conjugar mi pensamiento,
con la dicha de amarte eternamente.
     Yo no sé descubrir, calladamente,
tú enorme corazón y sentimiento.
     Yo no quiero más años, al costado
de una vida que está en la decadencia,
y que tú, mi Señor, ya has programado.
     Solo pido de ti, con gran prudencia,
un poquito de amor, mi Dios amado,
y un derroche de tu enorme clemencia.

                      Yo no quiero

     Yo no quiero, Señor,  ser una encina,
siempre fija y callada en el sendero,
que no sabe llorar, porque es madero,
que no sabe sufrir, porque es espina.
     Yo si quiero volar, cual golondrina,
surcando el firmamento placentero,
más allá de la luz de aquel lucero,
que en la noche tranquila, me ilumina.
     Yo sí quiero soñar con ilusión,
abierto a la verdad y fantasía,
buscando sin cesar una razón
que me lleve hasta Ti, con alegría.
     Yo no quiero tener un corazón,
que te olvide, Señor, de noche y día.

                      La sombra

     Que la encina, Señor, tenga en el prado,
una sombra alargada y transparente,
que circule a la luz del sol naciente,
rotando sin cesar por su costado.
      Que la encina es un ser inanimado,
mudo testigo, de una vida ardiente,
que no tiene palabra, ni es creyente,
que no sabe de amor y está callado.
     Tú le diste la savia en un momento
que circula en sus vasos, con presteza,
que es su vida y también su fundamento,
porque en ella se escucha tú grandeza,
y el aire que respira, es su alimento,
por eso hasta en la encina eres belleza.
                     
                       La edad               

    Yo no quiero envidiar tu larga edad
ni tener siete siglos de existencia,
ni siquiera añorar tu descendencia,
que se pierde en la triste oscuridad.
     Yo prefiero vivir con la humildad,
de ser mucho más joven en esencia,
buscando siempre a Dios con impaciencia,
en este Paraíso de hermandad.
   Quédate con tus años, vieja encina,
siempre ocultos, detrás de tu corteza,
que ha sido nuestro Dios, bondad divina,
quien soñó tu esplendor y tu belleza,
porque fueras del hombre una propina,
y del mundo, tal vez, naturaleza.

                         Hombre

     Si he empezado estos versos anhelando,
tu ramaje y hermosa consistencia,
los años de tu vida, tu presencia,
y el fruto que ya anciana estabas dando,
no ha sido por estar acariciando,
otra vida mejor en la opulencia.
    Prefiero descubrir la inteligencia,
por mi libre albedrío desfilando.
     Yo te pido, Señor, ardientemente,
no ser un vegetal recién plantado,
ni un árbol fabuloso y resistente,
ni siquiera animal invertebrado.
      Yo te pido ser hombre, simplemente,
y estar entre tus brazos acostado.

                        La corriente

     Llévame de tú diestra majestuosa,
por la senda de todo buen cristiano,
que se sabe imperfecto y es humano,
porque lleva una vida licenciosa.
      Para Ti  no es mi vida, misteriosa,
la conoces, Señor, muy de antemano,
no la dejes que salte de tu mano,
cual si fuera una pulga silenciosa.
      Que la vida, Señor, es solo un puente 
que llega al más allá de redención,
tendido sobre el rio permanente,
que es el tuyo, y no tiene conclusión.
      Yo quisiera bañarme en tu corriente,
y  así purificar mi corazón.
     
                          O.Z.M.

lunes, 10 de octubre de 2011

CAE LA TARDE

                          Amor

     Déjala que se vaya, susurrando,
viajando por el bosque de tu vida,
igual que una gacela malherida,
se pierde en la maleza,  sollozando.
      No te quedes, mi vida, suspirando,
ni te acuestes estando ya dormida,
que el sol que ha de llegar de amanecida,
te encuentre en tu portal,  siempre rezando.
     No recorras en esta noche fría,
los  pasos que ayer diste torpemente,
y recuerda que hoy es tu último día.
    Que este rayo de luz sobre tu frente,
se convierta en amor y en alegría,
y  se quede contigo eternamente.

                       Dudas

    No pienses en lo mucho que has perdido,
ni siquiera en lo poco que has logrado,
ten presente que todo se te ha dado,
que nada se ha quedado en el olvido.
    Si lo mucho o lo poco conseguido,
llegara a los demás multiplicado,
tan solo por lo bueno que hayas dado,
ya te puedes sentir agradecido.
     Sonríe, entonces, en el lecho albino,
donde duerme tu vida en este instante,
flotando entre las sombras del destino,
y recuerda que fuiste caminante,
tal  vez una ilusión en el camino,
y  jamás una sombra vacilante.

                       Muerte

    Que te quede el recuerdo permanente,
de todo lo que hiciste cada día,
de tus pruebas de amor, de la alegría,
que diste a los demás, constantemente.
     Que se acabe tu historia felizmente,
que no pase jamás por la agonía,
que vuele sin cesar tu fantasía,
por el espacio de tu ayer viviente.
     Deja ya de soñar en tu esperanza,
de buscar el ronquido de tu suerte,
que ha de estar despertando en lontananza.
     Piensa acaso, tal vez, por convencerte,
que la vida tan solo es una alianza,
forjada en el abrazo con la muerte.
                       
                    La encina

   Yo quisiera tener la consistencia,
y el ramaje frondoso que ilumina,
el tronco de la más hermosa encina,
y tener siete siglos de existencia,
que es  su media de edad. Y su presencia
plantada muy cercana, en la colina,
que ve pasar el sol por una esquina,
y se siente arrullada con frecuencia.
    Que sigue dando fruto permanente,
incluso cuando ya se encuentra anciana,
bellotas que en el suelo, suavemente,
encuentran el frescor de la mañana,
y  más tarde es el fruto preferente,
de la piara que llega a su ventana.

                       Siete siglos

    Siete siglos, Señor, su fruto dando,
siete siglos creciendo silenciosa,
arrullada en tu sombra misteriosa,
dormida en tu regazo, suspirando.
     De una simple bellota, germinando,
surgiera ayer la encina prodigiosa,
que apenas al nacer era una rosa,
y  hoy en cambio es un árbol madurando.
     Qué hermosa juventud de primavera,
creciendo sin cesar en la distancia,
 de un fulgor programado en su escalera,
que sueña sin querer en la fragancia,
que el tiempo le ha de dar, a su manera,
con suspiros de amor y  tolerancia.

                        Tu amistad
  
 Si el hombre, mi Señor, fuera viviendo,
lo mismo que la encina en serranía,
cuántas veces de Ti se alejaría,
y cuántas, mi Señor, fuera mintiendo.
    Si con diez veces menos, hoy entiendo,
que me sobran los años, no estaría
buscando sin cesar el alma mía,
una vida mejor, que no comprendo.
     Cuanto más tiempo tenga en esta vida,
mucho más, mi Señor, he de ofenderte,
porque siempre estará mi vieja herida,
sangrando por el ansia de tenerte,
aunque nunca estuviera convencida,
de lograr tu amistad y de quererte.
                   
                       O.Z.M.

sábado, 8 de octubre de 2011

AMANECE

                                                                                           
               
                  La escalera

  Siempre quise subir por la escalera,
que llega al infinito de la vida,
jugando con los años, sin medida,
corriendo sin cesar, sin una espera.
  Los días van pasando en mi ceguera,
vagones de este tren, en mi subida,
que arrastran la ambición, en tal medida,
que la llevan al mar de la quimera.
   Pero yo, sin parar, sigo subiendo,
esta cuesta empinada de mi suerte,
escalón a escalón, estoy sintiendo,
que mi forma de andar ya no es tan fuerte,
que la vida tan solo es un remiendo,
del último peldaño, que es la muerte.

                      Fantasía

   Y subes, respirando tu agonía,
 bebiéndote los años torpemente,
jugando  a ser dichoso, simplemente,
pensando que la vida es tu alegría.
   No piensas que mañana es otro día,
que llega tras el hoy convaleciente,
que el futuro es tan solo un accidente,
un capricho, tal vez una ironía.
   Y sueñas que la vida es otra historia,
que viniera cargada de ilusiones,
y  programas con tiempo en tu memoria,
un racimo de amor y de ambiciones,
que te lleva a las puertas de la gloria,
a  lomos del corcel de tus pasiones.

                      La compañía

    Nunca se piensa que la vida humana,
del templo de este mundo se cayera,
porque a todos ayer nos pareciera,
que lo eterno jamás tiene mañana.
    Siempre estaba asomado a su ventana,
mirando el porvenir, que estaba afuera,
bailando en su orgullosa primavera,
como un pez sumergido en su fontana.
    Y más tarde descubres, al azar,
que la vida tan solo es un sendero
que habrás de recorrer al caminar.
    Que esta dulce vereda es un velero,
que te lleva hacia el mar a naufragar,
si  no tienes, amigo, un compañero.
                                                     
                   Raciocinio                                                                                               

    Desde aquel pedestal de fantasía,
donde estaba mi ayer alborozado,
jugando con un sueño prolongado,
a una larga distancia te veía.
    Y llegaba la noche, luego el día,
y siempre me encontraba a tu costado,
dejando mi ilusión siempre a tu lado,
y el alma en tu regazo, me dormía.
     Y una vez y otra vez iba pensando
que la tarde en la noche se acostaba,
y en el alba se estaba despertando.
     Nunca quise saber en dónde estaba,
y al cabo de los años, meditando,
que era yo, me di cuenta, el que pasaba.

                   Abriendo caminos

     No es igual caminar, que estar parado,
no es lo mismo soñar, que estar despierto,
no es igual navegar, que estar en puerto,
no es lo mismo remar, que estar anclado.
      No se puede vivir en este estado,
teniendo a lo imposible, como cierto,
no se puede vagar por el desierto,
sin una cantimplora a nuestro lado.
      La vida no es tan solo caminar,
con el rumbo perdido en la ignorancia,
que te lleva más bien a tropezar.
      La vida no es tampoco nuestra infancia,
que va abriendo caminos al andar,
nuestra edad es quien fija la distancia.

                       La distancia

      La distancia que media entre el ayer,
y el mañana que no tiene destino,
que es la ruta de todo peregrino,
que no encuentra manera de volver,
por la senda que tuvo que emprender,
trazada de antemano, en el camino
que hollara con buen pan y con buen vino,
descansando en un suave atardecer.
     Porque ya no hay camino, caminante,
que puedas desandar en tu vereda,
solo existe silencio en este instante,
una noche sin luz,  solo te queda,
una brisa lejana por delante,
que se oculta deprisa en tu arboleda.

                       O.Z.M.

jueves, 6 de octubre de 2011

A LA AMISTAD

  ¿Dónde estás, amistad, que hoy no te siento,
donde está tu ternura palpitante,
que ayer volaba por el cielo, errante,
y  hoy se sienta en el clamor del viento?.
     No quisiera yo herir tu sentimiento,
prisionero de ti, soy caminante,
viajando por un mundo tan distante,
que solo lo descubre el pensamiento.
     La amistad, casi siempre, es duradera
mucho más si nos fuera conocida,
que recorre la senda tan certera,
que llega al corazón donde se anida,
la dulce sensación de quien espera
su añorada visita en esta vida.

   No te vayas  volando cual  cometa,
que escapa de la mano en un descuido,
se esconde entre las nubes, sin un ruido,
y se queda en el mar, flotando inquieta.
    Regresa a la ilusión de este planeta,
que circunda la nave del  olvido,
más allá del azul indefinido,
que en las propias estrellas se sujeta.
    Quiero estar a tu lado,  simplemente,
recorrer  presuroso la distancia,
que separa el ayer del hoy presente,
que ya no tiene edad, ni tolerancia,
que está dormido, casi siempre ausente,
y  le da a su virtud mucha importancia.

    No te pierdas, amiga, entre las rosas,
que adornan tu jardín al mediodía,
respirando fragancias y alegría,
que llegan hasta el rio, silenciosas.
    No te ocultes  jamás en las rocosas
murallas,  que destilan lejanía,
que esconden tu hermosura y lozanía,
más allá de las nubes majestuosas.
     Quédate donde ayer fue primavera,
prendida en tu pupila dilatada,
que te pueda encontrar en la pradera,
donde siempre te hallabas recostada,
respirando la hierba en la ladera,
y sintiendo en mi orgullo tu mirada.
   

Una duda y vacila mi esperanza,
un silencio y se pierde su latido,
un adiós y me dejas malherido,
tendido en la cuneta de añoranza,
donde siempre se sueña y no se alcanza,
lo que fuera, hasta ayer, incomprendido.
   Que no quede tu mano en el olvido,
tendida en el portal de mi confianza.
    Que no espere otro abrazo al mediodía,
o tal vez una nueva sensación,
transportada en un carro de alegría,
que recorra tu senda y tu ilusión.
    Yo te sigo esperando todavía,
porque aún tengo, amistad, un corazón.


                           O.Z.M.