Cabalgando
Te fuiste Juanjo, caballero andante,
con tu enorme ilusión y verborrea,
abriendo el pecho a la simpar tarea,
de hallar un mundo justo y dominante.
Te armaste caballero en un instante,
en el viejo mesón de aquella aldea,
te entregaste al amor de Dulcinea,
y al paso singular de Rocinante.
Cabalga, amigo Juanjo, en la distancia,
que tu marcha nos tiene prometida,
y retorna maduro de tu infancia,
que dejaste en nosotros, tan sentida,
que echaremos de menos tu arrogancia,
y también tu nobleza desmedida.
Cabalga, amigo Juanjo, a la sazón
y no des un traspiés en tu ilusión.
Escudero
A vistaron, al alba, seis molinos,
M ayestáticos seres de este evento,
I mpulsadas sus aspas por el viento,
A la rueda moliente, sus destinos.
M iraban sin cesar. Monstruos mezquinos,
I nfames y malvados, más de ciento,
G igantes con mil brazos, Sancho cuento,
O blíganme a acallar sus desatinos.
J oder, Vuesa merced, que no son tales,
U nos cuantos molinos, a fe mía.
A plaque, mi señor, sus genitales,
N o me obligue a exponer mi valentía,
J amás ante unos hechos naturales,
O tendré que pensar que desvaría.
Supongo, Juanjo, y en verdad lo espero,
en vez de ser Quijote, sé escudero.
O.Z.M.
Nota.-Estos son Sonetos con estrambote.
Para leer el acróstico del último, he colocado
la primera letra de los catorce versos
una debajo de otra, en Mayúsculas, y en
negrita, para poder leerlo fácilmente, incluso
separando las palabras.